Estío

A punta de espina (1913-1915)

Podríamos calificar Estío como el diario de un poeta recién enamorado, ya que fue escrito durante el verano de 1915, cuando Juan Ramón recibió de Zenobia, por fin, promesa segura de matrimonio. Hay en sus versos un dejo de júbilo y una confianza en el amor cierto. Efectivamente, se trata de un libro de contenido principalmente amoroso, pero expresado en un tono comedido tanto en su fondo como en su forma. Se prescinde de lo sensual erótico tan característico de sus libros anteriores, para decantarse por un delicado y sugerente conceptismo. La amada queda siempre enmascarada en el pronombre de segunda persona, un enigmático e inquietante «tú», que cobra un indudable protagonismo en esta obra. Cabría preguntarse por qué Juan Ramón Jiménez prefiere aquí encubrir el nombre de Zenobia bajo ese misterioso «tú», puesto que hasta ahora nunca había eludido incluir los nombres de sus amadas en sus poemas, tal y como conocemos sobradamente. Lo que sí había hecho antes, en algunas ocasiones, fue demorar la publicación de ciertos poemas para alejarlos temporal y geográficamente de sus protagonistas.

Estío

A punta de espina (1913-1915)

Texto preparado por Teresa Gómez Trueba

Prólogo de Olvido García Valdés

2009
180
13 x 19,5 x 1,5 cm
Tapa blanda
978-84-7522-066-6
14,00 €
Podríamos calificar Estío como el diario de un poeta recién enamorado, ya que fue escrito durante el verano de 1915, cuando Juan Ramón recibió de Zenobia, por fin, promesa segura de matrimonio. Hay en sus versos un dejo de júbilo y una confianza en el amor cierto. Efectivamente, se trata...

Podríamos calificar Estío como el diario de un poeta recién enamorado, ya que fue escrito durante el verano de 1915, cuando Juan Ramón recibió de Zenobia, por fin, promesa segura de matrimonio. Hay en sus versos un dejo de júbilo y una confianza en el amor cierto. Efectivamente, se trata de un libro de contenido principalmente amoroso, pero expresado en un tono comedido tanto en su fondo como en su forma. Se prescinde de lo sensual erótico tan característico de sus libros anteriores, para decantarse por un delicado y sugerente conceptismo. La amada queda siempre enmascarada en el pronombre de segunda persona, un enigmático e inquietante «tú», que cobra un indudable protagonismo en esta obra. Cabría preguntarse por qué Juan Ramón Jiménez prefiere aquí encubrir el nombre de Zenobia bajo ese misterioso «tú», puesto que hasta ahora nunca había eludido incluir los nombres de sus amadas en sus poemas, tal y como conocemos sobradamente. Lo que sí había hecho antes, en algunas ocasiones, fue demorar la publicación de ciertos poemas para alejarlos temporal y geográficamente de sus protagonistas.

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