Hay muchos modos de jugar

Antología poética
«Fascinante hasta el delirio, apasionado hasta la burla y reflexivo hasta la locura, Luis Rogelio Nogueras, Wichy, El Rojo, (La Habana, 1945-1986) se revela como una de las más importantes voces de la poesía cubana. Definitivamente gusta o se rechaza, pues no hay indiferencia ante una obra cuya fantasía, humor, ingenio y gracia opacan otras virtudes. Fabricante de sueños con la inteligencia del corazón,  Nogueras  es un trabajador de la imaginación y un humorista de sangre; con la destreza para armar y desarmar palabras —«esgrima con el idioma» llamaron a su genio verbal— borró todos los límites entre lo social y lo íntimo. Tras su juego irónico, sentimental y fabulador, también rompió con las fronteras de lo real y lo ficticio, tipificando personajes, lugares, épocas, y creando un mundo de heterónimos donde lo libresco y lo posible ante la realidad se mezclaban en una doble comunicación, capaz de reelaborar continuamente la cultura desde su exquisita sensibilidad y original humanismo». 
Juan N. Padrón

Hay muchos modos de jugar

Antología poética
Edición de Jesús García Sánchez
2007
184
12,5 x 19,5 x 1 cm
Tapa blanda
978-84-7522-652-1
14,00 €
«Fascinante hasta el delirio, apasionado hasta la burla y reflexivo hasta la locura, Luis Rogelio Nogueras, Wichy, El Rojo, (La Habana, 1945-1986) se revela como una de las más importantes voces de la poesía cubana. Definitivamente gusta o se rechaza, pues no hay indiferencia ante una obra cuya fantasía, humor,...
«Fascinante hasta el delirio, apasionado hasta la burla y reflexivo hasta la locura, Luis Rogelio Nogueras, Wichy, El Rojo, (La Habana, 1945-1986) se revela como una de las más importantes voces de la poesía cubana. Definitivamente gusta o se rechaza, pues no hay indiferencia ante una obra cuya fantasía, humor, ingenio y gracia opacan otras virtudes. Fabricante de sueños con la inteligencia del corazón,  Nogueras  es un trabajador de la imaginación y un humorista de sangre; con la destreza para armar y desarmar palabras —«esgrima con el idioma» llamaron a su genio verbal— borró todos los límites entre lo social y lo íntimo. Tras su juego irónico, sentimental y fabulador, también rompió con las fronteras de lo real y lo ficticio, tipificando personajes, lugares, épocas, y creando un mundo de heterónimos donde lo libresco y lo posible ante la realidad se mezclaban en una doble comunicación, capaz de reelaborar continuamente la cultura desde su exquisita sensibilidad y original humanismo». 
Juan N. Padrón
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