La crecida irracionalista fin-de-siècle, que en España se hizo patente con la crisis noventayochista y las ascuas del simbolismo artístico, inició un proceso en el que, andando el tiempo, los viejos paradigmas filosóficos quedarían reducidos a irrelevantes grumos de sustancia dogmática, a la deriva en una sociedad líquida. La retirada de los grandes fundamentos teleológicos y la astenia de la representación objetiva de lo real dejaron un vacío que fue siendo ocupado por un yo hipertrofiado, proteico y autorremitente; o sea, lírico. Pero este yo no solo atañe literariamente a la poesía, su género natural, sino que se incrusta en otros géneros hasta fragmentarlos. Los estudios de este libro explican algunos hitos de ese camino y muestran las diversas «esquinas del yo»: desde la disgregación de la compacidad compositiva por la presión de una subjetividad que rompe las costuras de la novela o del ensayo — así en Rafael Altamira, Unamuno, Azorín o Miró— hasta las propuestas de determinados poetas y el desarrollo de episodios líricos que llegan a las mismas puertas del presente. Hay en estas páginas aproximaciones hermenéuticas a Miguel Hernández, Juan Bernier, Ángel González, Francisco Brines, Antonio Gamoneda, Félix Grande, Carlos Sahagún, Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión, Aníbal Núñez, Luis Alberto de Cuenca, Francisco Díaz de Castro y Jorge Riechmann. Se incluyen también tres asedios a sendos jalones cardinales: la dilución de la poética socialrealista del medio siglo en la canción de autor; el laberinto de la lírica entre los siglos XX y XXI; y el concepto, modos y direcciones de la poesía actual, sobre la que se formulan preguntas y se registra una relación de reflexiones y de perplejidades.