El mes de mayo de 1943 comienza a publicarse la revista Garcilaso, en el proyecto dirigido desde la Delegación Nacional de prensa por Juan Aparicio. Éste se propuso, más que reconstruir, inventar una vida literaria española para la cual ideó propiciar la edición de revistas. Cubrió el campo de la información cultural con El español, en octubre de 1942, el de la creación literaria con Fantasía, en febrero de 1943 y el de la crítica literaria con la revista La estafeta literaria, en marzo de 1943. De esta forma, la cultura propia del franquismo poseía revistas independientes de las fundadas por los falangistas, en un momento de transformación del régimen desde el fascismo al nacional-catolicismo. Aparicio comprendió que su política cultural debía consistir, si quería aparentar una vida cultural intensa, más en abrir las revistas con generosidad que en limitarlas en un grupo de convencidos. No deseaba catequizar a los posibles colaboradores, con la esperanza de atraerlos a sus filas -como querían los falangistas-, sino que le importaban solo en cuanto que eran posibles colaboradores y convenía publicar a cuantos más mejor. Imponía, eso sí, limitaciones temáticas y, por ello, eligió impedir que se dijeran ciertas cosas, frente a una distinta como hubiera sido obligar a que se dijeran otras. Incitó también a que los jóvenes poetas que buscaban incorporarse a la vida literaria publicaran revistas de poesía. La historia de Garcilaso es la de una revista privada que tutelan de lejos los órganos oficiales.