Camino de sombras y sueños

El discurso espiritual sufí en las letras 

aljamiado-moriscas del Mancebo de Arévalo

La autora se ha lanzado a la ardua —podríamos decir, inmisericorde—tarea de descifrar la simbología espi­ritual del autor más enigmático del corpus aljamiado: el Mancebo de Arévalo. Ya Julián Ribera y Miguel Asín Palacios habían tildado sus disertaciones espirituales como «oscuras y confusas», mientras que L. P. Harvey no tuvo reparos en declarar que el lenguaje críptico del Mancebo era «horrible». María Teresa Narváez, a quien debemos una edición impecable de la Tafsira, resume el estupor de los estudiosos: el castellano aljamiado del morisco es, sencillamente, «el más misterioso del Siglo de Oro». Autor híbrido por elección, el Mancebo translitera su castellano, plagado de aragone­sismos, en caracteres árabes y, para colmo, lo entrevera de citas confusas en griego, hebreo y latín. Tampoco para mientes en salpicar su discurso con citas oblicuas de La Celestina y de Tomas de Kempis, bien que atri­buyendo falsamente sus palabras a venerables maestros islámicos. Pese a todos estos enigmas y pese a todos los caveats críticos de quienes la ante­cedieron, Wilnomy Zuleyka Pérez acepta el reto de decodificar nada menos que la dimensión más críp­tica del elusivo criptomusulmán: su discurso esotéricomístico. Con empeño «detectivesco», la autora va descifrando con mano segura algunos de los símbolos que más quebraderos de cabeza han dado a los estudiosos: el sueño, el vapor, elextraño camino contemplativo de luces, frutos y flores multicolores, los juegos de luz y oscuridad, la gota negra, los ángeles, el sol, la luna, las esferas de luz y la somnolencia espiritual, entre otros. Por primera vez, esta amalgama aparentemente caótica de imágenes «surrealistas» viene a hacernos sentido: Wilnomy Zuleyka Pérez las retrotrae convin­centemente al Corán, a los hadices y a la tradición sufí de comenta­rio coránico. Por más, descubre que sufíes prominentes como Al-Ghazālī (el Nicho de las luces), Najm al-Din Kubrā (el Fawā’iḥ al-yamāl wa fawāṭih al-yalāl (Manifestación de los colores), Rāzī (el Mersad al-’abad) y Yīlī (el Kitab al-insan al-kamil o El libro del hombre perfecto) contextuali­zan el discurso mancebiano y le dan sentido.

Camino de sombras y sueños

El discurso espiritual sufí en las letras 

aljamiado-moriscas del Mancebo de Arévalo

Prólogo de Luce López-Baralt
2025
332
14 x 21 x 2,1 cm
Tapa blanda
978-84-9895-559-0
22,00 €
La autora se ha lanzado a la ardua —podríamos decir, inmisericorde—tarea de descifrar la simbología espi­ritual del autor más enigmático del corpus aljamiado: el Mancebo de Arévalo. Ya Julián Ribera y Miguel Asín Palacios habían tildado sus disertaciones espirituales como «oscuras y confusas», mientras que L. P. Harvey no tuvo...

La autora se ha lanzado a la ardua —podríamos decir, inmisericorde—tarea de descifrar la simbología espi­ritual del autor más enigmático del corpus aljamiado: el Mancebo de Arévalo. Ya Julián Ribera y Miguel Asín Palacios habían tildado sus disertaciones espirituales como «oscuras y confusas», mientras que L. P. Harvey no tuvo reparos en declarar que el lenguaje críptico del Mancebo era «horrible». María Teresa Narváez, a quien debemos una edición impecable de la Tafsira, resume el estupor de los estudiosos: el castellano aljamiado del morisco es, sencillamente, «el más misterioso del Siglo de Oro». Autor híbrido por elección, el Mancebo translitera su castellano, plagado de aragone­sismos, en caracteres árabes y, para colmo, lo entrevera de citas confusas en griego, hebreo y latín. Tampoco para mientes en salpicar su discurso con citas oblicuas de La Celestina y de Tomas de Kempis, bien que atri­buyendo falsamente sus palabras a venerables maestros islámicos. Pese a todos estos enigmas y pese a todos los caveats críticos de quienes la ante­cedieron, Wilnomy Zuleyka Pérez acepta el reto de decodificar nada menos que la dimensión más críp­tica del elusivo criptomusulmán: su discurso esotéricomístico. Con empeño «detectivesco», la autora va descifrando con mano segura algunos de los símbolos que más quebraderos de cabeza han dado a los estudiosos: el sueño, el vapor, elextraño camino contemplativo de luces, frutos y flores multicolores, los juegos de luz y oscuridad, la gota negra, los ángeles, el sol, la luna, las esferas de luz y la somnolencia espiritual, entre otros. Por primera vez, esta amalgama aparentemente caótica de imágenes «surrealistas» viene a hacernos sentido: Wilnomy Zuleyka Pérez las retrotrae convin­centemente al Corán, a los hadices y a la tradición sufí de comenta­rio coránico. Por más, descubre que sufíes prominentes como Al-Ghazālī (el Nicho de las luces), Najm al-Din Kubrā (el Fawā’iḥ al-yamāl wa fawāṭih al-yalāl (Manifestación de los colores), Rāzī (el Mersad al-’abad) y Yīlī (el Kitab al-insan al-kamil o El libro del hombre perfecto) contextuali­zan el discurso mancebiano y le dan sentido.

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