Diccionario de galicismos

(Voces, locuciones y frases)

Historiador, poeta y filólogo venezolano, R. F. Baralt nació en Maracaibo en 1810 y murió en Madrid en 1860, donde llegó en 1843. Es una de las figuras paradójicas de Hispanoamérica: hombre liberal, reacciona contra el Romanticismo y se vuelve hacia los clásicos del Siglo de Oro. Filósofo competente y purista del lenguaje, enfoca su labor con una orientación conservadora, diametralmente opuesta a la de su compatriota Andrés Bello. Neoclásico apasionado, combate implacablemente la influencia francesa en el lenguaje, que había llegado a ser característica común en la literatura de muchos neoclásicos. A pesar de todo, su Diccionario de Galicismos está hecho con la cabeza y no con el corazón: es objetivo pero frío; hay que hacer notar que la razón siempre frena en él los impulsos del sentimiento.

Diccionario de galicismos

(Voces, locuciones y frases)
Prólogo de Juan Eugenio Hartzenbusch
1995
630
14 x 21 x 3,3 cm
Tapa blanda
978-84-7522-470-1
18,00 €
Historiador, poeta y filólogo venezolano, R. F. Baralt nació en Maracaibo en 1810 y murió en Madrid en 1860, donde llegó en 1843. Es una de las figuras paradójicas de Hispanoamérica: hombre liberal, reacciona contra el Romanticismo y se vuelve hacia los clásicos del Siglo de Oro. Filósofo competente y...

Historiador, poeta y filólogo venezolano, R. F. Baralt nació en Maracaibo en 1810 y murió en Madrid en 1860, donde llegó en 1843. Es una de las figuras paradójicas de Hispanoamérica: hombre liberal, reacciona contra el Romanticismo y se vuelve hacia los clásicos del Siglo de Oro. Filósofo competente y purista del lenguaje, enfoca su labor con una orientación conservadora, diametralmente opuesta a la de su compatriota Andrés Bello. Neoclásico apasionado, combate implacablemente la influencia francesa en el lenguaje, que había llegado a ser característica común en la literatura de muchos neoclásicos. A pesar de todo, su Diccionario de Galicismos está hecho con la cabeza y no con el corazón: es objetivo pero frío; hay que hacer notar que la razón siempre frena en él los impulsos del sentimiento.

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