El silencio de los peces

premiado

Jacobo Llano (Madrid, 1971) ha publicado el libro de poemas No sabemos (Devenir, 2013). En El silencio de los peces, su segundo libro, el autor escribe: La restitución es un puente para nadie / y nada se redime excepto la mirada. Desde la experiencia biográfica a la memoria discursiva, desde la realidad íntima a la imaginación que intenta trascender los huecos que nos llenan, los poemas indagan en las contradicciones y malentendidos que forman las relaciones de padres e hijos, en la incapacidad para quebrar la incomunicación entre seres que se quieren. En este proceso de verbalización que constituye el libro, lo que parecía inmutable no cesa de transformarse y todo aquello que dormía entre cenizas se alza en llamas a la vuelta de cada verso. En el poema, entonces, todo es presente, el lugar donde el lenguaje sucede —igual que la vida— como un acto de fe.

El silencio de los peces

XXVI Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma
2016
64
12,5 x 19,5 x 0,5 cm
Tapa blanda
978-84-9895-969-7
12,00 €
Jacobo Llano (Madrid, 1971) ha publicado el libro de poemas No sabemos (Devenir, 2013). En El silencio de los peces, su segundo libro, el autor escribe: La restitución es un puente para nadie / y nada se redime excepto la mirada. Desde la experiencia biográfica a la memoria discursiva, desde...

Jacobo Llano (Madrid, 1971) ha publicado el libro de poemas No sabemos (Devenir, 2013). En El silencio de los peces, su segundo libro, el autor escribe: La restitución es un puente para nadie / y nada se redime excepto la mirada. Desde la experiencia biográfica a la memoria discursiva, desde la realidad íntima a la imaginación que intenta trascender los huecos que nos llenan, los poemas indagan en las contradicciones y malentendidos que forman las relaciones de padres e hijos, en la incapacidad para quebrar la incomunicación entre seres que se quieren. En este proceso de verbalización que constituye el libro, lo que parecía inmutable no cesa de transformarse y todo aquello que dormía entre cenizas se alza en llamas a la vuelta de cada verso. En el poema, entonces, todo es presente, el lugar donde el lenguaje sucede —igual que la vida— como un acto de fe.

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