La poesía nace del juego y como juego. Es magia. Fiel a esa raíz, Eduardo Scala elabora una escritura cifrada, oracular, en la que el lector ocupa un puesto preeminente. Ante la imposibilidad de una rápida percepción del poema, el acto de leer se transforma en una experiencia ascética de descubrimiento gradual en la que el sentido último está permanentemente anunciado y eludido. Desde su primer libro Geometría del éxtasis (1974), Scala irá creando un estilo extremadamente sintético, basado en la activación de los significantes gráficos (soporte, formato, tipografías, papel...), nombres de las calles de las imprentas, y la recuperación verbal-visual de las palabras. La poética scaliana combina una antiquísima concepción sagrada de la escritura (el caligrama hermético de Publio Optaciano Porfirio, Venancio Fortunato, Rabano Mauro), con las aportaciones de las vanguardias del XX en una escritura silenciaria que explora los límites del verbo. Hermetismo y visualidad constituye la primera incursión en profundidad en la obra de Eduardo Scala. Proyecto de investigación iniciado por Felipe Muriel al comienzo de la década de los noventa, con el que obtendría en 2001 el grado de doctor europeo en Filología Hispánica por la Universidad de Córdoba.