«La trayectoria de Paulina Crusat comienza en 1953, con la publicación de Mundo pequeño y fingido, un texto sutil sobre los mecanismos de la memoria —eje principal de toda su obra— muy cercano al universo de Marcel Proust, sin olvidar por supuesto Virginia Woolf. Sin embargo el nombre de Paulina Crusat, salvo contadas excepciones, no figura en ningún estudio crítico dedicado al análisis de una posible novela española de realismo intimista o lírico, junto a Álvaro Cunqueiro, Juan Perucho o Ana María Matute. Toda la breve pero intensa y unitaria obre narrativa de Paulina Crusat gira alrededor de los meandros y mecanismos de la memoria y de la ficción autobiográfica. Se diría que un narrador-personaje —que en Las ocas blancas se transformará en narrador omnisciente—, afligido, tocado por la flecha del tiempo, emprende un largo viaje iniciático, como si un pájaro volara con la cabeza mirando hacia atrás, hasta llegar, si ello fuese posible, a la «primera memoria». De ahí la tendencia o mejor, la necesidad de distanciarse de su propio tiempo y retornar al pasado, donde el fluir de los recuerdos se realiza sin ataduras. Este consciente distanciamiento de su propio presente histórico, que convertirá a Paulina Crusat en una novelista fuera del canon vigente y por lo tanto en una escritora solitaria, presupone una actitud premeditada e incluso una fuerte dosis de rebeldía, además de todo un concepto del mundo y de la novela».
Julio Manuel de la Rosa