Los españoles pintados por si mismos

Los españoles pintados por sí mismos fue publicado por primera vez en Madrid durante los años 1843 y 1844, en dos tomos, pero ya el año anterior había aparecido por entregas. Se describen 98 tipos, 51 autores distintos, con intervención en los grabados de 21 artistas. Considerada como el apogeo del costumbrismo, se describen los más variados modelos de personajes que pululan por una comunidad tan dispar como la España de mediados de siglo XIX con ironía e ingenio. La literatura costumbrista, pese a todas sus evidentes limitaciones -señaló Camilo José Cela- es quizá la única fuente sensata en la que puede beberse el agua histórica clara, el agua histórica -que ni podrida ni hervida- pudiera servir para lavarnos los ojos de grandilocuentes y solemnes legañas nacionalistas y de heroicas y extremas telarañas presuntuosas. El escritor costumbrista suele proceder con humildad y narrar lo que pasa ante él o en torno a él sin preocuparle demasiado todo lo que no sea lo que realmente ve, y en sus páginas es posible (o puede ser posible) encontrar la crónica cierta de un tiempo determinado. Los costumbristas fueron, bien es cierto, más ingeniosos que inteligentes y más pintorescos que trascendentes, pero no es nuestro intento de ahora su valoración, sino un nuevo y apresurado retrato, aquel esbozo que pueda permitirnos la aproximación que ensayamos y la relectura que preconizamos.
  

Los españoles pintados por si mismos

2002
958
14 x 21 x 5,5 cm
Tapa dura
978-84-7522-940-9
40,00 €
Los españoles pintados por sí mismos fue publicado por primera vez en Madrid durante los años 1843 y 1844, en dos tomos, pero ya el año anterior había aparecido por entregas. Se describen 98 tipos, 51 autores distintos, con intervención en los grabados de 21 artistas. Considerada como el apogeo del...

Los españoles pintados por sí mismos fue publicado por primera vez en Madrid durante los años 1843 y 1844, en dos tomos, pero ya el año anterior había aparecido por entregas. Se describen 98 tipos, 51 autores distintos, con intervención en los grabados de 21 artistas. Considerada como el apogeo del costumbrismo, se describen los más variados modelos de personajes que pululan por una comunidad tan dispar como la España de mediados de siglo XIX con ironía e ingenio. La literatura costumbrista, pese a todas sus evidentes limitaciones -señaló Camilo José Cela- es quizá la única fuente sensata en la que puede beberse el agua histórica clara, el agua histórica -que ni podrida ni hervida- pudiera servir para lavarnos los ojos de grandilocuentes y solemnes legañas nacionalistas y de heroicas y extremas telarañas presuntuosas. El escritor costumbrista suele proceder con humildad y narrar lo que pasa ante él o en torno a él sin preocuparle demasiado todo lo que no sea lo que realmente ve, y en sus páginas es posible (o puede ser posible) encontrar la crónica cierta de un tiempo determinado. Los costumbristas fueron, bien es cierto, más ingeniosos que inteligentes y más pintorescos que trascendentes, pero no es nuestro intento de ahora su valoración, sino un nuevo y apresurado retrato, aquel esbozo que pueda permitirnos la aproximación que ensayamos y la relectura que preconizamos.
  

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